¿DIVISIÓN DE PODERES? Algo anda mal

 

REELECCIÓN, MOVILIDAD Y MONTESQUIEU

Carlos Arce Macías

 

No existe tiranía peor que la ejercida a la

sombra de las leyes y con apariencia de justicia”.

Montesquieu.

 Charles Louise de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Montesquieu, ha sido uno de los más profundos pensadores sobre las instituciones políticas. Sus ideas, provenientes del estudio de la Revolución Gloriosa (1688), que instauró en Inglaterra la monarquía parlamentaria, en contraste con el absolutismo imperante en la Francia de Luis XIV, tuvieron un impacto decisivo en los padres de la independencia norteamericana.

Miembro connotado de lo que identificamos como La Ilustración, Montesquieu, dedicó su vida a observar y reflexionar sobre la forma que tenían las diferentes naciones para gobernarse. Concluyó que la más inteligente, sería la recién adoptada por los ingleses, consistente en el acotamiento del soberano, por otros dos poderes, el legislativo y el judicial. El poder controlando al poder.

Esta visión, fue en parte producto de la moral protestante imperante en Gran Bretaña, que consideraba al hombre como un ser concupiscente, y por ello, necesario de que se controlaran sus actos volitivos. En el caso del rey, por medio de instituciones que no fueran fácilmente capturadas por el monarca. El protestantismo no incluye el mecanismo de la confesión y perdón de los pecados del catolicismo, porque se basa en la línea directa que cada individuo establece con el Creador. Para ellos, las malas acciones debían de ser evitadas, no perdonadas. Por lo tanto, y traspasado al ámbito político, la ambición, voracidad y expansión del poder real, debería de ser limitado de alguna forma. Así nace el gobierno basado en la división de poderes. Luego, exacerbada la idea por la ética puritana, más radical, de los colonos del nuevo mundo, la constitución americana de 1789 adopta el régimen republicano. La voz de Montesquieu, a través de su gran obra, “El Espíritu de las Leyes”, resulta ser la obra más comentada, luego de La Biblia, en el constituyente norteamericano.

A partir de ese momento, el constitucionalismo dio un largo paso, planteando la división de poderes como el sustrato de la dinámica gubernamental en casi todos los países modernos. Traicionar y romper este principio, es algo muy grave y costoso para una sociedad, porque significa la imposibilidad de acotar a uno de los otros poderes, casi siempre el Ejecutivo. Este es el más expansivo en sus aspiraciones de control total del gobierno, y si se le permite, acabará instaurando un absolutismo indeseado.

Con este marco histórico, y conscientes de la importancia de la actividad legislativa, resulta escandaloso el hecho de procesar una pésima e impresentable ley, que lesiona el interés de la mayoría en beneficio de líderes monopolistas del transporte, prácticamente sin chistar. ¿No están conscientes de su función nuestros legisladores? Tal parece que los miembros del Congreso, están mas involucrado en la “gestoría”, que en el trabajo de análisis y revisión legal que tienen encomendado. Con su negligencia, parecen no darse cuenta que lo que generan es el rompimiento de la división de poderes, y eso si es peligroso, ¡peligrosísimo!

En el ámbito parlamentario, el debate es la substancia de la función. La confrontación de ideas, la crítica punzante, incluso el escarnio, son válidos en el apasionante desarrollo de la actividad parlamentaria. En el caso especial de la oposición, el juicio sobre ella debe de ser más severo. Pudiendo esgrimir argumentos mortales en contra de la propuesta del Ejecutivo, vimos como se transformaron en pasivos acompañantes del designio de la mayoría. No creo que eso sea lo que esperamos de nuestros representantes, los guanajuatenses. Con la aprobación de esta ley, han asumido como propio, el interés de unos cuantos. Nuestros representantes han dejado bien claro, que no están dispuestos a plantar cara al Ejecutivo, para acotarlo cuando la razón pudiera asistirles.

¡Fíjense nomás! La primera revisión en el Congreso, de la iniciativa de movilidad, contenía más de 200 objeciones a 214 artículos. Alguien en el legislativo debió trabajar horas extras, creo saber quién, para medio arreglar el brutal entuerto. Lo que hubiera procedido en consecuencia, y emitido una clara llamada de atención a los escribanos de leyes del Ejecutivo, hubiera sido un definitivo rechazo, al mal diseñado instrumento legal. Al intentar arreglar el enredijo, mejoraron un poco el documento inicial, pero no se pudieron reparar los yerros estructurales. Esto lo trataré en mi siguiente entrega.

Los nuevos legisladores deberán asumir su responsabilidad, al no realizar su encargo con gallardía, enfrentando, orientando y ubicando en la senda correcta al otro poder. Solo dos diputados quedaron al margen de la votación para no caer en conflicto de interés. La decisión unánime es un mazazo contundente al “Espíritu de las Leyes” y al equilibrio y control entre poderes, que norma nuestro régimen político. El PAN renunció a imponer el bien común, al que está obligado por su ideario, en tanto que la oposición desaprovechó un momento ideal, para entregarnos un testimonio de su auténtico interés por hacer las cosas con corrección y en beneficio de las mayorías.

Pero lo que quizás olvidaron lo diputados, es que a diferencia de otras ocasiones, el mecanismo de premio y castigo ciudadano ya está activado, y será valido para los próximos comicios: la reelección. Que el puñado de líderes beneficiados por la nueva ley de movilidad, voten por ellos. Por lo pronto, en mi contabilidad legislativa hay 34 legisladores reprobados, por los que no habría que votar en 2018. ¿Y en la suya cómo van? Hay que llevarles la cuenta, porque son nuevos tiempos.

Twitter: @carce55

 

 

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2 comentarios en “¿DIVISIÓN DE PODERES? Algo anda mal

  1. Exacto, son nuevos tiempos y existen nuevas y mejores visiones de la política, estamos más interesados en los «errores» y pillerias cometidos por los representantes de la sociedad.
    Hay que hacer notar que existen muchos monopolios no combatidos por el que debe hacerlo, el estado, haciéndose cómplice en consecuencia.

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