La cultura machista ha imperado en nuestra sociedad y está bien enraizada adentro en ella. Es tradicional entre nosotros que muchos hombres no respeten la dignidad de la mujer y la menosprecien. Mucho habrá de hacerse para tratar de corregir esta patología social.
Es por eso, que duele, ver y constatar, la violencia contra una joven mujer en la capital de nuestro Estado, ejercida por un tipejo digno del mayor desprecio, que la golpeó y vejó. Estos sucesos provocaron el inicio de una causa penal observada y debatida por la sociedad, a través de la información que nos proporcionan los medios de comunicación y la propia agraviada y sus familiares, vía redes sociales.
El hecho, ha puesto a la sociedad guanajuatense ante nuevas situaciones, que deben de ser tratadas con mayor prudencia, y menos visera. El consejo, pues, va para la sociedad, no para la víctima y su familia, entendiendo que ellos se encuentran impactados y alterados por el artero ataque sufrido. No es para menos.
Lo primero que debemos de analizar es la estridencia y amarillismo de los medios, que para vender nota fomentan y estremecen el ánimo de venganza en la sociedad. Linchamiento en vez de castigo justo, ese es el tono, y eso no esta bien. Resulta más valioso explicar al ciudadano común, que tanto víctima como victimario son parte de nuestra sociedad, y que ésta norma la convivencia a través de leyes que garantizan derechos y protegen el tejido social. La venganza no es un medio para conseguir la justicia, es más, la hiere, como ya desde 1764 lo sostenía Cesare Bonasena, marqués de Beccaria en su tratado “De los Delitos y las Penas”, que revolucionó el derecho penal. El siglo de las Luces, se imponía en ese momento, sobre la barbarie medieval.
Aunque al primer impulso agravie, al insensato sujeto habrá que tratar de reintegrarlo a la sociedad, luego de un escarmiento justo. Solo así las cosas funcionarán mejor.
Pero también se debe de reconocer el trabajo técnico y bien fundamentado de otra mujer, la juez, que es, según me dice gente del medio, una jurista confiable y bien formada en el seno del Tribunal de Justicia del Estado. Agraviarla e insultarla, por no tipificar a gusto de la víctima los hechos a juzgar, también es minusvalorar el trabajo y capacidades de la mujer. Hay que ser cuidadosos.
He consultado con una profesionista del derecho penal, juez y magistrada ahora en retiro, que me explica que el trabajo de la juzgadora ha sido técnicamente correcto. Basa su opinión, en la información que reporta la prensa y los datos que arrojan las declaraciones públicas de la joven agredida, ya que no se tiene el acceso al expediente judicial. Me dice que los hechos no pueden ser tipificados como tentativa de violación u homicidio, como lo exige la víctima, ya que no se dio una externalidad que evitara el delito, sino que el agresor, por sí mismo suspendió el ataque, lo que anula el tipo de tentativa (art. 18 del Código Penal). Las lesiones, según el certificado médico, son leves, ya que tardan en sanar menos de 15 días, así lo verificó el médico legista ¿qué quieren que haga la juez? Hay que ser claro, defiendo el trabajo de la juzgadora, aunque me irrite profundamente ver magullados y lacerados el rostro y cuerpo de una mujer, por un macho infame. No es fácil, pero controlar el impulso vengativo que nace de éste trance, es vital para construir una sociedad civilizada. Así debe de ser.
Por otra parte, nuestra comunidad no esta acostumbrada a la oralidad en los juicios. Y ahora descubre con sorpresa, que los presuntos inculpados tienen derecho a la defensa y sus abogados obran en consecuencia y pueden conducirse, incluso, con rudeza. El contexto que abordó el litigante pudo ser , bajo su criterio, importante para discernir ciertas circunstancias en las que se dieron los hechos. Queríamos oralidad ¿no? El proceso no tiene otra finalidad más que descubrir la verdad, para que, con base en la verdad, se dicte una sentencia justa. El juicio no ha concluido, hasta ahora, solo se han establecido medidas cautelares. En éste punto, ni siquiera abordo el tema de imputaciones sobre la moralidad de la víctima, sustentadas por el abogado defensor, por respeto a ella y por no ser de nuestra incumbencia.
Sirva pues, como una dura y cruel experiencia para la sociedad guanajuatense este grave acontecimiento. El caso penal de una mujer violentada, integrado y presentado por una mujer, y juzgado también por otra mujer. En manos de ellas esta el juicio. En tanto, aprendamos a convivir en un sistema de justicia diferente y más abierto, respetemos el trabajo de fiscales y juzgadores técnicamente capacitados, castiguemos de manera justa al culpable de un delito, procuremos su arrepentimiento y pugnemos por su reinserción a la sociedad; y sobre todo reconozcamos la entereza de una joven que ha dado muestras de valor cívico, del cual carecen tantos machos.
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